Showalter como ‘anillo al dedo’ para Mets

Hace unos días, antes de que fuese entrevistado para el cargo de manager de los Mets, Buck Showalter estaba hablando de la risa que le producía escuchar que, supuestamente, él estaba opuesto al lugar que juega hoy día la analítica en esta era moderna del béisbol.

“¿Me estás echando broma?”, dijo Buck. “Si tienes algo que nos va a ayudar a ganar el juego, tráelo. Tráelo. Solamente asegúrate de entender lo importante que es combinar los números con la experiencia y el personal que tienes en el terreno”.

Showalter, que fue nombrado manager de los Mets vía Twitter por el propietario del club, Steve Cohen, puso por primera vez los pies en un terreno de Grandes Ligas como manager de los Yankees en 1992, elegido personalmente por el gran Gene Michael, dirigiendo su primer encuentro poco antes de cumplir 35 años. Los fanáticos de los Yankees saben que fue un raro período de reconstrucción en la historia del club, y que Michael y Showalter, trabajando en equipo, no sólo comenzaron a cambiar el roster, sino a reconstruir la cultura de los Yankees.

Los Yankees, aunque no lo crean, eligieron de primeros en el Draft amateur de 1991 después de perder 95 juegos en 1990. Terminaron con récord de 71-91 en 1991, la temporada anterior a la llegada de Showalter. Dos años después terminaron con 70-43 y parecerían listos para pelear por la Serie Mundial antes de que la temporada fuese cancelada por una disputar laboral en agosto. En la primera campaña de Buck en Baltimore, los Orioles tuvieron registro de 69-93 en el 2011. La próxima temporada finalizaron con 93-69, y después de que demasiados años con récord negativo, de un golpe estaban allí jugando cara a cara con los muchachos grandes de la División Este de la Liga Americana.

En la primera campaña de Buck con los Rangers, la del 2003, terminaron con 71-91. El año siguiente su marca fue de 89-73. Probablemente ya están notando la tendencia.

Ahora Showalter está de regreso en Nueva York, el quinto piloto en dirigir a los dos equipos de la ciudad. Está de regreso en la Gran Manzana con el currículo más impresionante para un manager de los Mets desde el primero que contrataron, Casey Stengel. Esto significa que en la misma temporada muerta, Steve Cohen firmó al mejor pitcher, Max Scherzer, y al manager, Buck Showalter.

Al final, y a pesar de algunos comentarios en los medios sobre la edad de Buck y cómo ese supuestamente podría afectar su habilidad para comunicarse con los jugadores más jóvenes, Cohen se fue con el mejor hombre disponible. Cohen está seguramente al tanto de que el dirigente que acaba de ganar la Serie Mundial con los Bravos, Brian Snitker, es siete meses mayor que Buck, y el que perdió el Clásico Otoñal, Dusty Baker, siete años mayor.

“Si hay algo que no puedo ser”, bromeó Buck hace un par de semanas, “es tener 40 años otra vez”.

Es una buena señal, ahora que Cohen hizo la contratación más importante tratándose de pilotos en la historia de los Mets desde que Frank Cashen consiguió a Davey Johnson, que no tenía experiencia, allá en los años 80. Como saben, Johnson ganó una de las dos Series Mundiales que han conseguido los Mets en sus 60 años de experiencia. Se ha hablado mucho del hecho de que Showalter nunca ha dirigido un solo juego del Clásico Otoñal en su carrera. Es verdad, no lo ha hecho. Bueno, Gil Hodges, el manager más importante en la historia de los Mets, no había tenido una sola temporada ganadora con los Senadores de Washington antes de llegar a Shea Stadium. El récord de Hodges en Washington fue de 321-444. Pero en su segundo año en Nueva York, los Milagrosos Mets de 1969 terminaron con foja de 100-62 y se llevaron la Serie Mundial.

Ahora Showalter regresa a Nueva York, la ciudad donde comenzó todo para él. La ciudad donde escuchó la ovación más grande que ha escuchado un manager de los Yankees en el viejo Yankee Stadium cuando fue presentado antes de que Nueva York se midiera a Seattle en el Juego 1 de la SDLA de 1995. Los fanáticos de los Yankees lo querían muchísimo. Y después de lo que ha pasado con los Mets estos últimos años, hay muchas posibilidades de que los seguidores del club lo adoren también.

“Sería una forma de completar el círculo”, también dijo Buck antes de que comenzara el proceso de entrevistas con los Mets, hablando sobre la posibilidad de regresar a Nueva York.

Le pregunté a Don Mattingly, el manager de los Marlins, alguien bien cercano a Buck cuando ambos compartieron en los Yankees, si estaba contento de que Showalter estuviese de regreso en la Gran Carpa.

“Absolutamente feliz por él”, respondió Mattingly. “¡Pero no tan feliz de tenerlo en la división!”.

Existe esta noción de que los Mets, por Scherzer y ahora por Buck, son de golpe los favoritos de la división. Puede que lo sean cuando comience la temporada regular. Pero sin dudas que ahora ese no es el caso, empezando porque están en la misma división de los Bravos, que ganaron la Serie Mundial incluso sin el venezolano Ronald Acuña Jr.

El roster de los Mets todavía tiene huecos que llenar. No hay forma de saber si Jacob deGrom puede retomar la forma que lo ha llevado a ser el mejor lanzador del planeta cuando está en su tope. Y además de eso, Buck y el gerente general Billy Eppler necesitan armar una cultura ganadora con los Mets, así como lo lograron Buck y Stick Michael con los Yankees. Los Mets necesitan una identidad que vaya más allá de tener a jugadores como el puertorriqueño Francisco Lindor y Jeff McNeil enfrentándose en el túnel y luego mintiendo sobre lo sucedido, o aquel episodio del puertorriqueño Javier Báez bajándole el pulgar a los fanáticos.

Buck no es un manager perfecto, de ninguna manera. Esos no existen. Simplemente es el mejor dirigente para los Mets. El sábado no ganaron nada. Pero seguro que los fanáticos del equipo sienten que sí.

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