Murray hace añicos a los Lakers: día malísimo, tiro buenísimo

Señor partidazo en Denver. Resolución no apta para cardiacos. Esto son los playoffs en estado puro. Y menuda victoria moral, y podríamos calificarla de doble, para unos Nuggets que lo vieron perdido con todas las de la ley. Remontaron hasta veinte puntos a unos Lakers que ahora se ven dos por debajo en esta eliminatoria, que viaja ya a Los Ángeles con este puñetazo en la mesa.

Jamal Murray fue el atrevido solucionador de este embrollo en el que se metieron los vigentes campeones. Sólo mejoró en los últimos minutos, pero sus números lo dicen todo: 9/24 en tiros y errando los cinco triples que intentó. Pero, ay, aquí cuenta lo que cuenta. En el último segundo se levantó frente a un Anthony Davis que brilló defendiendo el resto de la noche y, sobre el sonar de la bocina final, metió un lanzamiento en suspensión por la parte derecha del ataque, acabando sepultado en el banquillo por la inercia, que otorgó a los Nuggets el segundo triunfo en dos citas. Ésta, con un 101-99 de marcador al acta.

Daño muy serio para Lakers. Porque lo vieron ganado. Sus opciones en los playoffs pasan por ganar al menos un partido a domicilio y van a tener pocas oportunidades más como la de este lunes. Durante la primera mitad y parte de la segunda tuvieron a los de Colorado en la lona, sin exageraciones que valgan, y sólo la calidad del rival y la pérdida de foco de ellos mismos cambió el rumbo.

Se vio de nuevo que el compadreo entre Nikola y Jamal, esta vez en las malas, potencia el juego de los Nuggets hasta límites como el marcado en este partido. El serbio acabó con un triple-doble (27 puntos, 20 rebotes y 10 asistencias) y aun así quiso meter en ritmo a su compañero durante la franja decisiva del encuentro, cediendo tiros, sabiendo que así tendrían más oportunidades de ganar. Y así fue. Los números paupérrimos del canadiense quedaron en nada viendo el resultado. Davis, que hizo una primera mitad -24 de sus 32 tantos llegaron en ella- en la que tuvo a Jokic comiendo de su mano, fue el que se llevó el castigo definitivo en la acción que decidió: demasiado espacio a Murray para la que calidad que atesora, fuera cual fuera su acierto el resto de la velada.

Russell y sus siete triples. James y sus jugadas de cambio de orden. Y alguno más con destellos. Ninguno de ellos, y esperando que el roster reciba de vuelta a Vanderbilt y Wood en el Crypto Arena, bastó para ganar. Los de Ham se vinieron progresivamente abajo ante la revolución que propusieron Porter (22) o Braun (10) en Denver y que terminaron los de siempre: Jokic y Murray.

Los Lakers empezaron rompedores. Sobre todo un Russell que lo primero que hizo fue encestar tres triples consecutivos. Una muestra de cómo iban a afrontar el encuentro. Jokic firmó diez puntos y diez rebotes en ese primer parcial, sí, pero para nada daba la sensación de dominar de forma acorde a esos números. Davis le estaba ganando la partida. El balcánico maquilló en el primer cuarto lo que ya no pudo en el segundo.

Porque Davis venía picado de las nominaciones a los premios de la temporada, en el que no se le incluye como uno de los tres mejores defensores, y quería mandar mensaje. Qué mejor que frenar al mejor interior de la NBA. Por momentos le sacó del partido. Y en ataque estaba llevando a los Lakers a parciales que resquebrajaban: después del quinto triple de D’Angelo asumió con notoriedad un 2-11 y a ello le siguió un 2-10 para llegar al descanso con quince de margen. Ganchos, continuaciones de bloqueo, tiros en media distancia y en los postes ganando el sitio, etc. Exhibición de A.D.

Los Lakers continuaron por esa senda de ganar desde la defensa. Prince y Hachimura estaban torturando con cambios constantes y hacían a LeBron, que al inicio había puesto un tapón catedralicio a Murray, la vida más fácil. Sin embargo todo empezó a torcerse. Davis hizo la cuarta falta, aunque discutible, y Denver ganó terreno. Fue para terminar conquistándolo todo. Pope levantó al pabellón con un mate. Remontaban.

Como en el segundo cuarto Braun había entrado a cambiar ritmo. En el tercero y cuarto lo volvió a hacer. Trabajo del que no sale en las estadísticas. Con él, Kentavious, Porter y algo de Gordon cada vez eran más las amenazas de los Lakers. Habían estado +20 (48-68) y veían que esa distancia se acortaba a velocidad de crucero. Y faltaba el festival de la pareja de moda en la ciudad de la milla de altitud. Con tres canastas de Murray se pusieron a sólo dos al empezar el último periodo. LeBron tenía otros planes: doble triple para guardar las distancias. La senda, sin embargo, estaba trazada. Jokic se puso las pilas, bailó la danza de la lluvia en la pintura de los Lakers y acercó de nuevo a sus chicos. Remontada a punto. Porter logró la igualada con un triple en desequilibrio, el que tenían los visitantes para contener semejante caudal. Y llegó el minuto decisivo.

Los Nuggets entraron recibiendo una bandeja alta de Russell, que también las metía de dos. Murray empató por dos veces, una en tiros libres y otra con un lanzamiento en juego, y James podía definir para siempre. Se jugó un triple sin oposición, ya que Caldwell-Pope cayó al suelo en una pantalla, y erró. Sin solución de continuidad el balón fue a Murray, a golpe de ojo pidió a Jokic asumir él la responsabilidad y ganó.

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