El halo, de estorbo a salvavidas en la Fórmula 1

En las últimas temporadas de Fórmula 1 ha habido accidentes de lo más espectaculares, como por ejemplo el que George Russell y Valtteri Bottas protagonizaron este mismo curso en Imola. Sin embargo, pocos estuvieron tan cerca de terminar en tragedia como el que este domingo pasado protagonizaron Lewis Hamilton y Max Verstappen en Monza.

Tras salir catapultado por una de esas salchichas que refuerzan los pianos, el Red Bull del holandés encimó el Mercedes del británico, a quien le cayeron encima los 752 kilos de peso del coche de su principal oponente en la gresca por el título. De no ser por el halo, el dispositivo que protege la cabeza de los pilotos, el actual campeón del mundo habría muerto seguramente desnucado. La F-1 ha hecho pública este martes toda la secuencia del incidente captada a través de las distintas cámaras subjetivas, y en 360º. El vídeo es espeluznante.

Nada más bajarse del monoplaza, el piloto de Mercedes agradeció a la Federación Internacional del Automóvil (FIA) la cruzada a favor de la seguridad mantenida desde la muerte de Ayrton Senna, en un accidente ocurrido en mayo de 1994 en el circuito de Imola.

“El neumático cayó en mi cabeza, y eso creo que acompañará mis pensamientos los próximos días. El halo me ha salvado, a mí y a mi cuello. Me siento absolutamente bendecido de poder estar aquí, y creo que alguien me ayudó desde arriba”, convino Hamilton.

Lo que tuvo arriba fue esa pieza de fibra de carbono de 7,5 kilos de peso, capaz de soportar 12.000 kilos, lo equivalente a un autobús de dos pisos, que se introdujo en 2018 como elemento obligatorio en cada bólido. Desde su incorporación, son varios los pilotos que han salvado el pellejo gracias a él. Como Charles Leclerc, a quien Fernando Alonso le aterrizó encima con su McLaren en Spa (2018), o Romain Grosjean, que probablemente habría sido decapitado el año pasado, en Bahréin, al atravesar su Haas los guardarraíles del trazado en aquel espeluznante accidente en que el francés salió vivo del mismísimo infierno.

El último que debe dar gracias es Hamilton, toda una paradoja si se tiene en cuenta la virulencia de sus críticas en el momento en que se discutía su aprobación. Además de los cuestionamientos que apuntaban a lo estético, algunos consideraban que el halo reducía demasiado el campo de visión de los pilotos. Durante las pruebas del dispositivo, Verstappen fue uno de los que más cuestionó su introducción. “Si hay partes de los coches volando, no servirá para proteger al piloto, no entiendo por qué lo necesitamos”, se quejó entonces el corredor holandés.

“Es el peor elemento que se ha añadido nunca a un coche de F1”, dijo Hamilton en marzo de 2016, tras ver las fotos de la primera versión. Rectificar es de sabios y el británico lo ha hecho. Está vivo gracias al halo.

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