Memphis Grizzlies, máquina total

Hace mucho que tenemos claro que la de Memphis Grizzlies es una de las historias del año en la NBA. Que Ja Morant, all star desde este curso y solo Dios sabe hasta cuándo, es una de las nuevas caras de la Liga, una súper estrella que gana partidos, llena gradas y enciende televisores. Que Taylor Jenkins (todavía 37 años) es el gran candidato a Entrenador del Año aunque siga habiendo aficionados que no lo reconocerían aunque subieran con él en un ascensor. Que más allá de Morant, los Grizzlies tienen un roster joven, profundo, eléctrico y verdaderamente legítimo. Pero a algunos, todavía, les falta creerse que son mucho más que todo eso, porque lo son. Que no van a ser unas meras comparsas o un simple animador en playoffs. Porque nada hace indicar que vaya a ser así. Que este es, de verdad y sin fuegos de artificio, uno de los mejores equipos de la NBA 2021-22. Posicionado además para ser uno de los mejores durante los próximos años. Veremos cuántos.

Los Grizzlies aplastaron a los Pacers (133-103) en un partido en el que ganaban 44-23 después de un primer cuarto perfecto en el que anotaron diez triples, un récord de la franquicia, hacia 21 en total (tope de la temporada) con un 50% (21/42). En el descanso, la cosa estaba 74-48, justo antes de un 10-0 que puso un brutal 84-48 con 22 minutos todavía por jugar. Así que hubo tiempo para el fondo de armario, incluido un Santi Aldama que jugó 18 minutos y cogió 2 rebotes en su primer paso por una pista NBA desde el 30 de enero y después de volver a demostrar en la G League que el talento está ahí. Que hay futuro.

Con la victoria contra un equipo (25-49) que va a por su pick en el top 5 del draft, los Grizzlies suman 51 (51-23). Es la cuarta vez en su historia en que superan las 50 y están en promedio (68,9% de triunfos) de firmar la mejor temporada de su historia: 56-26 en la 2012-13 (68,3%), el año en el que Marc Gasol fue Mejor Defensor. Eso valió para un quinto puesto de un Oeste mucho más duro que el actual. De hecho los Grizzlies nunca han acabado por encima del cuarto de Conferencia. Ahora son segundos, con dos partidos y medio sobre unos Warriors contra los que juegan el lunes. Y solo les quedan ocho por delante para confirmarse como el mejor equipo de toda la NBA más allá de los intocables Suns. Mejores, también, que cualquiera del Este.

Aquel equipo de Marc Gasol (y Mike Conley, Tony Allen, Zach Randolph…) tocó techo con una final del Oeste (en 2013, precisamente) pero fue durante años (un tramo comprendido, más o menos, entre 2010 y 2017) el orgullo de Tennessee, un canto al baloncesto duro, de vieja escuela. Al hormigón y las alambradas: el equipo del grit and grind. Estos de ahora son unos Grizzlies mucho más espectaculares, supersónicos, atrevidos y vertiginosos. El grit and grind produjo en los siete años citados cinco victorias por al menos 30 puntos. Los Grizzlies 2021-22, con esta contra los Pacers, llevan seis.

Lo más impresionante, claro, es que faltaba Ja Morant, que se había perdido también los dos últimos partidos (incluida la exhibición contra los Nets) de un equipo que lleva siete victorias en los ocho últimos… y que está 16-2 en la temporada cuando falta Morant, su absoluto jugador franquicia (27,6 puntos, 5,7 rebotes, 6,7 asistencias). Antes del partido, Jenkins avisó de que la rodilla del base estaba tocada y que tiene que parar dos semanas… pero estará a tiempo de jugar un poco antes de los playoffs, para los que los Grizzlies ya han sacado billete de forma matemática.

Tampoco jugaron otro esencial como Dillon Brooks y uno de los principales suplentes, Brandon Clarke. Pero da lo mismo: Desmond Bane, otro de los jugadores del futuro, acabó con 30 puntos, 5 rebotes y 5 asistencias aunque no tuvo que hacer casi nada en la segunda parte (23 puntos en la primera con un 5/6 en triples). Jaren Jackson puso puntos (20) intimidación y Steven Adams, todo lo demás en las zonas: 6 puntos, 17 rebotes, 6 asistencias, 3 robos, 3 tapones. Tyus Jones demostró que es uno de los mejores bases suplentes de la Liga (titular sin Morant, claro) y Anderson, Tillman, Konchar y Melton pisaron a fondo desde el banquillo. Lo dicho: un equipo profundo y temible, eléctrico. Intenso en defensa, vertiginoso en ataque y que no tiene ningún interés en esperar a que el mundo esté listo para considerarlo un contendiente: él se lo cree… y por buenísimas razones.

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