La historia interminable: otra vez, el desastre de los Sixers

Hay historias que nunca acaban. Y la de los Sixers dejando a su afición con la miel en los labios es una de ellas. Otra vez, oportunidad perdida. Joel Embiid ha rozado (y sigue rozando, pero ya de otra manera) con la yema de los dedos disputar sus primeras finales de Conferencia y se ha quedado en nada, por el camino y obligado a jugar un séptimo partido en el Garden en el que pueden pasar (con los Celtics todo es posible), pero donde ya hay menos opciones. No es la ocasión más importante que han tenido los Sixers: en el fondo resuena todavía la ignominiosa derrota ante los Hawks, a los que iban ganando 3-1, en 2021. Pero sí una de las más dolorosas: ante el eterno rival, una franquicia con la que se forja una rivalidad especial, después de una serie titánica de muchos picos y que ha tenido de todo y, sobre todo, en el Wells Fargo Center, ante su público. Una bala que tenía que ir directa al corazón y que no se puede dejar escapar. Y una ronda, la de finales del Este, que no sólo ha estado Embiid sin pisar desde que llegó a la NBA, también se les escapa a los Sixers desde 2001, cuando Allen Iverson permitió a Philadelphia soñar con el anillo. Han pasado 22 años. Una espera demasiado larga para una ciudad que sabe y entiende de baloncesto.

Los Sixers iban ganando 83-81 a falta de algo más de 4 minutos para el final del partido. En ese momento, un triple de Jayson Tatum les quitó una ventaja que no volverían a recuperar. Tatum repitió desde el exterior, Marcus Smart consiguió una canasta, Tatum descerrajó otros dos triples... y adiós. El resultado finalizó con un incontestable 86-95. El parcial final favorable a los Celtics, motivado por su excelsa y omnipresente estrella, fue de 3-14. Un bagaje muy corto en un periodo de tiempo en el que, no solo el líder verde anotó a placer, también fallaron de forma incansable los Sixers: 0 de 10 en tiros de campo desde que se pusieron 2 arriba (con más de 5 minutos para el final), una crisis pantagruélica, inabarcable, inacabable. Que llegó otra vez en el momento justo, cuando peor venía para unos y mejor para otros. Otra vez, en el momento de la verdad, tiemblas y muñecas temblaron para los Sixers. Y Tatum emergió de la misma forma que otras veces han aparecido otros. Así son las cosas. Parece el destino, que no guarda espacio para los de Philadelphia. Un equipo condenado a perder.

Y eso que no está todo perdido, pero la sensación es ahora inequívocamente mala en una balanza que se ha inclinado de forma certera y entera del lado de los Celtics. Joe Mazulla hizo cambios, introdujo a Robert Williams en el quinteto titular para desgastar a Joel Embiid y recortó definitivamente la rotación a siete jugadores. El pívot verde finalizó con 10 tantos y 9 rebotes y cuajó un buen partido. Marcus Smart se fue a 22+7, con 7 asistencias; Jaylen Brown sumó 17+6+4 (pero 4 pérdidas) y Al Horford desapareció en ataque ( de 5, con 0 de 2 en triples), pero se fajó en defensa: 11 rebotes, 1 robo, 1 tapón y 3 faltas personales. Pero el motivo de la victoria fue, claro, Jayson Tatum: el protagonista (uno de ellos, pero por romantizar la situación) de que los Celtics fueran perdiendo durante los primeros 44 minutos fue también el responsable de la remontada. Anotó 16 puntos en el último cuarto y 12, con 4 de 4 en triples, en los últimos 4 minutos. Apareció, y es lo que muchas veces se le exige, en el momento de la verdad. Ahí cuando su equipo está en crisis y él tiene que ser el héroe. La franquicia de Boston está a 9 victoria de ganar el anillo. Ya no bastan ramalazos de talento: necesitan al mejor Tatum de forma constante, sostenida. Todo el rato.

¿Y los Sixers? Como nunca, como siempre. Anotaron un 8 de 34 en triples y apenas un 36% en tiros de campo y, aun así, estuvieron con opciones y por delante en el marcador a 4 minutos del final. Otro regalo inmerecido que no aprovecharon. Perdieron la lucha por el rebote de forma incontestable (38-50), y apenas repartieron 17 asistencias. Las pérdidas de balón de sus rivales (hasta 17) les mantuvieron en el partido. Joel Embiid se fue a 26 tantos y 10 rebotes, Tyrese Maxey consiguió otros 26 y James Harden se quedó en un 13+7+9, pero 4 de 16 en tiros de campo y 5 pérdidas. En su irregularidad ya típica mostrada en esta serie. Doc Rivers, por cierto, puede perder otra serie de playoffs en la que ha ido por delante y los Sixers volver a despedirse en otro año clave del proyecto, ya con el sainete en torno a Ben Simmons muy alejado y siendo Embiid un MVP con premio pero sin corona. El séptimo asalto parece depender más del demérito de los Celtics que de las posibilidades de sus rivales. Es el cuento de nunca acabar. Otra vez, los Sixers desperdician una oportunidad. La historia interminable.

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