Lo que parecía ilusión para unos termina siendo éxito para otro. La marcha de James Harden a Los Ángeles trajo consigo una infinidad de rumores sobre qué equipo salía ganando, cuáles eran las mejores piezas y cómo funcionarían, sobre todo los Clippers, a partir de ahora. Semanas después del movimiento, es hora de repasar cómo le ha ido a cada uno.
La NBA se ha encargado de poner todo en su sitio. Los Sixers, que recibieron a Robert Covington, Nicolas Batum y KJ Martin en el intercambio de 'la barba', son actualmente el mejor equipo de toda la liga, con un récord de 8-1. La salida del escolta, 10 veces all-star y MVP en 2018, ha impulsado el paso adelante de jugadores que lo estaban pidiendo.
Tyrese Maxey, que viene de firmar la mejor noche de su carrera con 50 puntos ante los Pacers, daba golpes en un techo que ha terminado de romper. Más peso con balón, una capacidad ofensiva difícilmente igualable y una pesadilla para la defensa. Embiid ha encontrado su escudero perfecto.
Quizá no sea el gran director de juego que es Harden, y los Sixers podrán echar en falta algo así de cara al futuro, pero está aprendiendo a involucrar a sus compañeros. Un caso parecido era el de Kelly Oubre, que estaba disputando los mejores encuentros de su carrera hasta que, desgraciadamente, fue atropellado y estará apartado de las canchas durante bastante tiempo.
Todo son sonrisas en una franquicia que parecía destinada a no salir de su espiral. Harden, que no realizó mala temporada regular la campaña pasada, parecía sobrar en ese vestuario. "Ahora tenemos un equipo sin egos", declaraba Embiid hace unos días, con un claro receptor del mensaje.
De la luz... a la oscuridad
Mirando a la otra parte implicada, su llegada a Los Ángeles no ha podido ser peor. Un récord de 0-4 desde que viste la camiseta de los Clippers, incluyendo una derrota ante los Memphis Grizzlies, el peor equipo de la NBA. "Yo no soy un jugador de sistema, soy el sistema", explicaba Harden en su rueda de prensa introductoria. El sistema, de momento, es el fallido.
El 3-6 de récord de los angelinos es preocupante. Un equipo llamado a pelear por el anillo. Con estrellas como Paul George, Kawhi Leonard y un Russell Westbrook que parece el más espabilado, las exigencias son mayúsculas.
Echando un ojo a los datos, los Clippers son el 4º equipo que más balones pierde por encuentro (16.3), pero también el que más roba (10). Datos que chocan en un equipo que, en el plano estadístico, no está donde debería estar.
Quizá, como en cada megaproyecto, es importante definir la jerarquía antes de comenzar el camino. Harden y Westbrook, dos jugadores que son importantes con balón, quizá no pueden compartir cancha. El caos desde que ha llegado el escolta a los Clippers se multiplica por momentos.
La buena química dentro de la pista pasa al monólogo. Harden está en los peores números de su carrera: 13.5 puntos, 4.5 asistencias por partido (teniendo en cuenta que el año pasado firmó 10.7). Ya no es que haya destrozado lo que había, sino que no ha encontrado su rol, lo está buscando de la manera más caótica posible.
De las dudas sobre Philadelphia y el temor que causaban los nuevos Clippers a que los Sixers sean el equipo más en forma de la NBA y salten las alarmas en Los Ángeles. Harden ha cambiado las dudas por algo que no parece que vaya a llegar a buen puerto. Quién sabe lo que hubiese pasado si no hubiera hecho las maletas.