El martillazo final de los Grizzlies

Y se acabó. La primera ronda de los playoffs 2022 acabó en Minnesota, sin ningún séptimo partido, por primera vez desde 2011, y sin ningún equipo sin factor cancha clasificado, como en 2019: los cuatro primeros de cada Conferencia suman el lote de ocho que siguen vivos, en la pelea por el anillo de campeón. La escenificación final en Mineápolis (106-114) empujó (4-2 global) a unos Grizzlies que mañana arrancan, sin tiempo ni para el descanso ni para la digestión, una semifinal tremenda contra los Warriors. Con factor cancha a favor, pero con cartel de víctima. Especialmente, claro, si juegan como en esta seria contra los Wolves…

Es la primera serie de playoffs que ganan los Grizzlies desde 2015, el sello de calidad definitivo para una temporada estruendosamente buena. También ha sido positiva, y la cerrada ovación final del Target Center iba por ahí, la de los Wolves. Que, sin embargo, se van con el sabor de boca amargo (así será durante unos días) que deja la ocasión desperdiciada. Es un equipo anclado a la primera ronda, su fin de camino en nueve de las diez veces que ha jugado playoffs. Dos desde 2004 (2018 y 2022), el año en el que llegaron a la final del Oeste y, con Kevin Garnett en versión atómica, pudieron ser campeones. Antes, siete derrotas a la primera. Después, otras dos en los últimos dieciocho años. Y nada más en una ciudad sufrida, sin ningún título de su deporte profesional masculino desde 1991. Siempre le quedarán las Lynx.

Otra vez, se repite el guion

La eliminatoria de los versos libres y las circunstancias inexplicables acabó siendo, a fuerza de repetición, todo lo contrario. Nadie apostó sin arquear la ceja por los Wolves cuando cogieron 13 puntos de ventaja en el tercer parcial (66-53) por cuarto partido consecutivo (han perdido tres). A nadie le extrañó, después, que una ventaja de diez puntos en el inicio del cuarto final (84-74) se evaporara en lo que pareció un suspiro (94-94 en seis minutos). Los Wolves han estado por delante en el marcado durante más del 75% de los minutos de la eliminatoria, arrancaron con una victoria a domicilio que les daba el factor cancha y han tenido tramos en los que han demostrado que si todo fuera cuestión de talento, serían uno de los equipos del futuro. Pero no han sido consistentes, no han sabido ejecutar en los finales igualados y se han convertido en el primer equipo de la historia que pierde tres veces en una serie de playoffs después de llegar al último cuarto con al menos diez puntos de ventaja.

Otra vez, los Grizzlies cargaron el rebote de ataque para compensar muchos de sus groseros errores en la finalización de jugadas. 6-17 esta vez, +37 en sus cuatro victorias de la serie en este apartado, fundamental y con Brandon Clarke como héroe del proletariado (esta vez, 17 puntos, 11 rebotes y 5 asistencias). Otra vez, el marcador del último cuarto (22-40) evidenció una brecha competitiva abismal: +65 ahí para los Grizzlies en sus triunfos, incluidos dos partidos que por lógica tendrían que haber perdido (el tercero y el quinto) y este sexto en el que llegaron descolgados pero se rehicieron, como siempre, con una actitud mucho más agresiva, más confianza y concentración y, esta vez, la dosis necesaria de aguijonazos desde la línea de tres. El último, ya con Dillon Brooks (23 puntos) eliminado, del excelente Tyus Jones (para el 102-106 a 69 segundos del final), que ha puesto el cerebro y la ejecución en una eliminatoria difícil para Ja Morant, que ha jugado a espasmos, sin jerarquía, con tramos horrendos… pero con presencia positiva en algunos de los desenlaces casi imposibles que han clasificado a su equipo. Esta vez, 17+8+11 con un 4/14 en tiros y un final correcto después de un inicio muy malo.

Con Jaren Jackson (18+14) por fin más contenido con las personales y con presencia en los minutos decisivos, los Grizzlies terminaron de armar un puzle que se habría quedado a medio hacer sin la energía de Clarke y la finura de hierro de Desmond Bane: 23 puntos, 5/9 en triples. Y 27 triples en una serie en la que ha sido el mejor jugador de su equipo, desde luego el de más fiabilidad: 24 puntos de media con un 50% en tiros totales, un 48% en triples y un 90% en tiros libres. Ja Morant, Dillon Brooks y Jaren Jackson Jr son, seguramente, el trío más reconocible de los Grizzlies. Pero Desmond Bane, Brandon Clarke y Tyus Jones han formado uno mucho más trascendental en el resultado de esta eliminatoria. Y ahí, profundidad y recursos, vive gran parte del valor de este equipo, estupendo incluso cuando no juega a su mejor nivel, el que va a necesitar ahora contra los Warriors.Otra historia.

Los Wolves se van de vacaciones con buena nota pero mala cara. Chris Finch, su entrenador, aseguró que los malos tiros en los minutos de la verdad están “grabados en el ADN” de su equipo, y que tienen mucho trabajo que hacer ahí. D’Angelo Russell, que vio el final desde el banquillo, ha jugado una serie horrible (12 puntos de media, 33% en tiros), arrinconado finalmente por la gestión más cerebral de Jordan McLaughlin. Karl-Anthony Towns (esta vez 18 puntos y 10 rebotes) ha tenido momentos brillantes pero ha sido más gesticulante que decisivo en muchos trances cruciales, y Anthony Edwards (30+5+5 esta vez, 25,2 puntos de media en la eliminatoria) ha dejado diáfanamente claro que este equipo es suyo, que él es el jugador franquicia. A la hora de la verdad, a los Wolves les faltó colmillo (más allá del juego de palabras tonto), ejecución, IQ, aplomo, dureza… y rebote. Y no es casualidad: fueron últimos de la regular season en capturas defensivas y por ahí han sobrevivido a sus peores vicios unos Grizzlies que después de parecer peores durante buena parte de la eliminatoria, han acabado siendo mejores. Así son las cosas. Necesitarán más, mucho más, contra los Warriors. Pero ahí están, entre los ocho mejores y con una sonrisa de oreja a oreja. Eso ya no se lo va a quitar nadie.

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