Doncic orquesta la victoria más ilusionante de los Lakers
Cuando casi todo te entra, difícil que pierdas. Pocas máximas hay en el baloncesto más claras que ésa. Algunas dudas con las que se plantaban los Lakers en casa de los Thunder, donde aún les queda un compromiso al que aducir el próximo martes, no sólo fueron disipadas sino que quedaron borradas de la mente de cualquier aficionado que viera su exhibición. Oklahoma no es simplemente el mejor equipo, por victorias, de la Conferencia Oeste, es además una de las defensas más férreas de toda la Liga. De cara a las eliminatorias por el título, para el que ambos serán contendientes, esto es una manera excelente de reafirmarse: el traspaso de Luka Doncic, a pesar de las fallas que hay en la plantilla, les da para ganar a quien sea.
Los Lakers se despegaron de su rival bien pronto, al descanso el tema estaba prácticamente decidido, e incluso les hicieron hincar rodilla a cinco minutos del final, dando paso a minutos de la basura. Quién lo hubiera dicho en la previa. Es el número uno contra el número tres de la conferencia. Y el marcador final fue 99-126. Recalquemos: sin que los Thunder reservaran a sus efectivos, algo que sí podría ocurrir en el duelo que viene, el margen fue de 27 tantos. Shai estuvo defendido con astucia, aunque los de Redick no escaparon a sus 26 puntos, nada que ver con un Doncic que, hoy sí, lideró con ejemplo para llegar a los 30 en buenos porcentajes de acierto (5/11 de tres, 6/9 de dos, 3/4 de uno). Les eliminó con los Mavs y les da un aviso con los Lakers.
Cuarto triunfo de cinco posibles en los últimos partidos. Sólo los Warriors pudieron con ellos; si bien es cierto que es rival directo por las posiciones de cabeza de serie, han arreglado el problema frente a otros oponentes. Es crucial para los Lakers vencer y sumar, hasta ahí entra la lógica numérica, pero lo que supone el espaldarazo de dejar tan tirado al que por el Oeste parece el gran favorito desde la pretemporada es un plus que cualesquiera querrían.
Los Thunder se quedaron cariacontecidos cuando encararon la bocana de vestuarios, para el receso del entretiempo, al mirar el marcador: habían recibido 78 puntos. Insostenibles guarismos. No hizo falta mucho más. 15 aciertos en la línea de tres en únicamente 22 intentos. Eficacia con muñeca y mano y tormenta de rayos y truenos, sobre todo los primeros, desatada por Doncic en primer término, el mejor del enfrentamiento.
Quizá se vio una diferencia de objetivos. Más ganas de pelear por el rebote, más apuros, más necesidad de mover el balón, todo ello hacía a los Lakers una amenaza más fiera que los Thunder en esta velada. Pero, de nuevo, con todos los efectivos en cancha y sin compasión de los de California hacia ellos. Soberbia puesta en escena. Es complicado que este nivel se mantenga en el tiempo, y más con una rotación corta, pero los Lakers tienen su apuesta.
La apertura en cadena de los Lakers terminó por ser la menor de las sorpresas. A puro triple pero sin que quedara patente desde el primer cuarto. Sí, uno de Reaves, dos de Vincent, tres de Doncic, ésa fue la secuencia del acto inaugural, pero sería aperitivo de lo que vendría después. Enfrente la réplica exterior la daba Lu Dort, especialista forzado por lo mucho que aporta en defensa y las minutadas que debe justificar en ataque. Mal asunto. Las primeras sustituciones, dando salida al mencionado Gabe Vincent, aportan un día más aire fresco con el que los Lakers se abanican, es otra de sus claves últimamente. Muchas y muy buenas.
El marcador reflejaba que la protección del aro de los Thunder no tenía su mejor día. 42 puntos en el primero. Después, más madera. 36 en el segundo. Éste hizo más pupa. Era la confirmación de que los angelinos iban a explotar su acierto hasta las más lejanas consecuencias. Además James estaba rapidísimo. Además Hachimura y Hayes subían el pulso a la lucha por el rebote. Además Reaves las daba con queso. Parciales agónicos: 3-13 para abrir, 2-18 para seguir. Luka Doncic, por entonces, ya se había saltado a los demás para convertirse en el mejor del partido. Al descanso, 22 de distancia parecía hasta poco. Esa cifra era la que el esloveno tenía en su casillero personal. Se acordó de todas las críticas que se echó sobre sí y salió esto.
Doncic sangraba por uno de sus labios y la sangre pintaba la nívea camiseta con la que juegan los Lakers los domingos. Estaba dándolo todo. Un pase por la nuca a Vincent en el segundo acto fue su ídem de mayor valía, una pequeña muestra de toda su obra. Se pasó por donde quiso la mala racha de cara a canasta, con demasiados tiros para tan poco acierto, en una cita en la que ayudó a marcar un récord colectivo en lanzamientos.
Los Lakers batieron su marca de la temporada en triples anotados, 22, con 40 intentos (55%), e igualaron la mejor de siempre en un partido. Del 10/12 con el que rompieron la cabeza de los Thunder en la primera mitad a ese registro al cierre. Bárbaro. Oklahoma anduvo 7:45 minutos en el tercero con una sola canasta que no la metiera Gilgeous-Alexander, que firmó un buen pero insuficiente 12/23. Bárbaro.
Daigneault sacó la bandera blanca a cinco minutos de acabar. Porque qué sentido tenía agotar a sus estrellas con el partido perdido. Mucho tardó. Redick retiró a sus tropas a unos tres minutos después. En dos días hay otra batalla en el mismo escenario, entre el revanchismo y esas mismas reservas. El tramo final, con querencia a la concusión, dejó hasta un triple de Bronny. Vaya faena más bien montada la del equipo angelino.